Los chicos y las chicas de Primer año escribieron cuentos a partir del relato "El monstruo" de Horacio Quiroga, teniendo en cuenta las siguientes consignas:
"Elija UN tema y escriba una redacción de 200
palabras aproximadamente:
1. Imagine un animal fantástico y relate la historia de su
relación con un personaje humano. No olvide describirlo minuciosamente tanto en
sus características físicas como en las de su comportamiento
2. Continúe la historia del cuendú en el zoológico de Buenos
Aires."
Entre los muy bellos cuentos que escribieron, se destacaron dos que fueron votados como los mejores entre sus compañeros: "Diario de un científico", de Luciano Fusco y "Una criatura del hielo" de Sibila Celeste.
¡Que los disfruten!
Diario de un científico
de Luciano Fusco
Como seguro ya sabrán, la mayor parte de
nuestros océanos son desconocidos. Hace poco se encontró una extraña especie en
la superficie del mar caribeño. Es semejante a una esfera blanca con dos
grandes ojos negros. A este pequeño animal lo denominaron científicamente "Orbitus Oceánicus", pero lo llaman Orbis.
Su piel no es gelatinosa como la de una
medusa, sino más bien suave como la de un delfín. Algo bastante interesante de
esta especie es que su piel se torna de distintos colores, depende de cómo se
siente.
En una pecera grande, trajeron a la
criatura al laboratorio. Tenía un color morado fuerte y parecía muy asustado.
Cuando todos se fueron, quise aproximarme al animal. Mientras me acercaba, se
iba volviendo amarillo y en sus ojos oscuros se podía notar su curiosidad, la
misma que yo tenía por él (eran muy notorios los cambios de colores fuertes a
colores pastel en un instante).
Muchos de mis compañeros científicos
pensaban que éste era un animal común y corriente, sin muchas características
que lo distinguieran de otro, pero yo, por el contrario, pienso que es un animal muy
interesante. Él muestra emociones hacia mí a través de sus colores, y eso es
una manera muy curiosa de comunicación.
Pasó el tiempo y seguí estudiando a mi
Orbis; descubrí que cuando se enoja se torna de color rojo sangre; cuando está
triste, pasa a un celeste cielo y cuando prueba algo que no le gusta, se
transforma en un verde muy fuerte. Es un ser muy inteligente: sabe comunicarse,
tiene emociones, y puede aprender. Y me dije a mí mismo: "Si puede saber
todas esas cosas, también podrá reconocer su hogar".
Entonces, fui a buscar mi proyector, y
empecé a mostrarle imágenes de partes oceánicas. Su color grisáceo me indicaba
su felicidad y, lógicamente, descubrí que su casa estaba allí.
Yo ya lo consideraba mi amigo y no iba a
descansar hasta que se reencontrase con su familia.
Científico Johnny Walker
Investigación sobre Orbis
Australia, Febrero, 1997.
Una criatura del hielo
Sibila Celeste
En un pueblo ya olvidado por el tiempo, llamado Winterlok, vivía una niña cuyo
nombre era Emily. El pueblo amaba la nieve y el invierno, y cuando llegaban los
vientos del norte que anunciaban su inminente llegada, el pueblo
hacía una gran fiesta.
El día que el pueblo preparaba la fiesta, Emily para evitar el trabajo, fue a
pasear por el bosque. Encontró un camino poco transitado, que la llevó a un
lago congelado. Se preguntaba:
"Si los vientos del norte no llegaron, ¿qué congeló el lago?"
Mientras se lo preguntaba, le pareció ver algo en una cueva. Se acercó y vio una
especie de animal, que tenía un aliento tan helado que le costaba respirar. Al forzar la vista para
observar qué había, descubrió un ser majestuoso que parecía una escultura de
hielo. Su aspecto daba terror, pero Emily sentía que era un ser tímido. Daba un
paso hacia él y la criatura daba tres para atrás.Caminaba en cuatro patas, con aspecto fuerte,
con cola enroscada... Las pupilas parecían dos copos exactamente iguales. Pero su
mirada era tímida y sensible. Después de varios intentos, Emily logró ganar la
confianza de la Bestia. Lo llamó Ectocus.
Durante los días en que el pueblo preparaba la fiesta, ella
jugaba con su amigo. Así pasaron días y días.
Al fin, los vientos llegaron, pero eran muy débiles. El
invierno no comenzaba. Emily estaba preocupada, pero eso no evitó que visitara a
su amigo. En la cueva donde vivía Ectocus, ella leyó una leyenda grabada en las
paredes, donde contaba que la criatura era la responsable de la llegada del invierno. Su deber
era subir una montaña, lejos del pueblo y quedarse ahí. En ese punto, Emily
entendió que su amigo no se quería ir porque se había encariñado con ella.
Lo convenció de cumplir su tarea. Y después de una
triste despedida los amigos se separaron.